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Comisión sobre asuntos financieros globales

Comisión de la IS se reúne en Naciones Unidas, Nueva York

04 de abril de 2012

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Latifa Perry

La Internacional Socialista celebró recientemente una reunión de su Comisión sobre Asuntos Financieros Globales en la sede de Naciones Unidas en Nueva York enfocando sus discusiones en una visión global de la actual fase de la crisis financiera internacional. Los participantes prestaron particular atención a las perspectivas de cambio de la economía en EE.UU.; la crisis soberana de la deuda en la zona euro y su impacto regional y global; las economías emergentes y su creciente importancia en la vía hacia la recuperación; las urgentes necesidades de los países más pobres y en desarrollo; las políticas de las instituciones financieras internacionales en la recuperación; y estrategias y prioridades para ubicar el crecimiento al centro de la agenda global y otras cuestiones fundamentales del programa progresista de salida de la crisis.

Participando en la reunión estuvieron el Presidente y el Secretario General de la Internacional Socialista y miembros de la Comisión, junto con jefes de instituciones internacionales, el presidente de la Comisión Estadounidense de Investigación de la Crisis Financiera, académicos y destacados economistas que asistieron como invitados (lista de participantes).

En las palabras de introducción, miembros de la Comisión de la IS constataron que políticas fiscales inadecuadas eran las responsables de prolongar la desaceleración económica, ahora en su cuarto año, y de obstaculizar una recuperación más fuerte. Se reconoció que desde el comienzo, la crisis financiera era también el resultado de problemas subyacentes en la economía global, en particular los problemas sistémicos en los sistemas bancarios y financieros, y el problema macroeconómico de una creciente desigualdad que llevaba a una deficiencia en la demanda agregada.

Una importante observación con respecto a la actual fase de la crisis financiera es que hoy día, de acuerdo a datos recientes, la desigualdad ha empeorado. Los salarios se han estancado o han bajado y todo aumento en los ingresos provenientes de la recuperación han ido a manos del 1% que percibe los ingresos más altos. En los Estados Unidos este 1% hoy recibe casi un cuarto de los ingresos de la nación y controlan en términos de riqueza el 40%. Esta redistribución desde abajo hacia arriba que está cambiando el rostro de la sociedad, está también afectando la demanda agregada porque las personas que se encuentran al tope ahorran más que aquéllas que están al fondo.

Indudablemente, esta situación señala claramente la necesidad de un nuevo pensamiento sobre cómo nuestras sociedades son conformadas y cómo nuestras economías responden, o sirven, a las necesidades de nuestros ciudadanos. El gasto público y el gasto en protección social no están fuera de la agenda, sino que todo lo contrario de las agendas políticas conservadoras de hoy, y esto no solamente responde a nuestra ética sino que también es una necesidad económica.

El aumento en los salarios conlleva un incremento de la demanda agregada sin una deuda adicional, y además, las políticas en favor de un aumento de los salarios recibirían el apoyo de la gran mayoría de la gente. En esta área, se sugirió que la IS podría trabajar efectivamente para adelantar políticas que lleven a coordinados aumentos de salarios para estimular la recuperación. Debe ponerse fin a la carrera hacia abajo, donde los salarios son recortados drásticamente en un vano intento por ganar competitividad internacional. Ha quedado demostrado, por ejemplo en Brasil y en otras economías, que un continuo aumento en el salario mínimo, además de reducir la desigualdad, no ha sido una barrera para el continuo crecimiento, y ha llevado a aumento de salarios y poder adquisitivo para aquéllos que ganan por sobre el salario mínimo, cuyos ingresos se han elevado en proporción a los aumentos del salario mínimo.

Poniendo las cosas en su lugar

Los participantes se expresaron convencidos de que los conservadores a través del mundo desarrollado habían logrado un éxito significativo al reescribir la historia de la crisis financiera global, intencionalmente pasando por alto sus verdaderas causas a fin de justificar sus políticas ideológicas de austeridad, las cuales perjudican el crecimiento y la recuperación.

Es de crucial importancia corregir esta presunción cuya aceptación acarrea consecuencias serias para las perspectivas de salida de la crisis. Cuando se analizan objetivamente las políticas que precipitaron la desaceleración de la economía, los hechos confirman nuestro argumento.

La crisis financiera que comenzó en 2008 no fue causada por un gasto gubernamental excesivo. No fue causada por derroches o ineficiencias en el sector público. No fue causada por el costo de la seguridad social o porque la gente no trabajaba lo suficiente. No fue causada por un exceso de regulación. Las verdaderas causas de la crisis financiera fueron las deliberadas políticas y acciones de alto riesgo que precipitaron directamente el casi colapso del sistema financiero.

Los préstamos agresivos, muchos casos de comportamiento fraudulento y grandes cambios en los perfiles de riesgo estuvieron entre los factores clave que contribuyeron a la inestabilidad inherente. La falta de regulación de los préstamos resultó en otorgamiento de préstamos que no se podían afrontar, a menudo a sabiendas de que ellos no podían ser pagados. Tales prácticas inmorales han llevado directamente a la miseria y a la ruina financiera a miles de familias que no ven ninguna justicia en la manera en que las instituciones financieras han sido rescatadas sólo para continuar sin obstáculos con las políticas pro-cíclicas del pasado.

Esto se ha visto agravado con las innatas tácticas atemorizantes dentro del sistema financiero, mediante las cuales las principales instituciones financieras fueron identificadas como ‘demasiado grandes para fallar’, dejando a los gobiernos como rehenes de la amenaza de colapso de la economía en el caso de que no se les diera apoyo estatal. A pesar de que existe una gran interdependencia en la economía, los mercados globales de capital en muchos aspectos tienen intereses divergentes a los de la sociedad y se comprende el enojo que existe al ver que las instituciones son rescatadas luego de haber actuado irresponsablemente.

En la zona euro, el déficit promedio fue solamente del 0,6% del PIB justo antes de la crisis en 2007, por lo tanto queda claro que no puede culparse al gasto público por los actuales niveles del déficit. Ningún gobierno democrático ha desperdiciado recursos a escala de millones de billones de dólares perdidos a través de mal manejo en instituciones financieras del sector privado, sin embargo la narrativa que escuchamos no refleja esto de manera alguna.

Redefiniendo la economía

Poniendo en claro el récord histórico es sólo una parte del cuadro, y los participantes abordaron igualmente la necesidad de que los progresistas se adelanten a los hechos y den soluciones proactivas para los actuales desafíos que enfrenta la economía global. El enfoque debería continuar siendo los objetivos de mejoramiento de los niveles de vida y la creación de una mejor calidad de vida. A pesar de que la globalización fue uno de los factores que contribuyeron a la dimensión de la crisis, la cual ha tocado a países a través del mundo desarrollado y en desarrollo, ella ha contribuido a la percepción de que las personas en todas partes buscan la misma fundamental calidad de vida y desean los mismos niveles básicos de protección social, salud, seguridad laboral, educación y pensiones.

Con los hechos firmemente establecidos y al comprender las causas de la crisis, se sentarán las bases para la implementación de políticas que tengan como fundamento el interés de las personas. Durante décadas, una gran mayoría ha aceptado que la maximización de las ganancias es una condición previa para el crecimiento, persiguiéndose las ganancias a costa de la fuerza laboral. Los participantes hicieron resaltar que esta es una idea errónea que hay que resistir. En este momento de bajo crecimiento y alto desempleo, es crucial expandir las inversiones, estimulando el crecimiento y asegurando que la economía esté mejor preparada para el futuro.

Los progresistas deben poner de manifiesto que el crecimiento global es la manera de mejorar los niveles de vida tanto en el mundo desarrollado como en desarrollo, para capturar el entusiasmo del ciudadano común. A un nivel muy fundamental, existe la urgente necesidad de cuestionar un sistema que no funciona para la mayoría de los ciudadanos, donde una economía en constante crecimiento no da como resultado una reducción del desempleo o un aumento en los niveles de vida de los menos ricos, sino que más concentración de la riqueza en manos de aquéllos que son los más ricos.

La austeridad no ha sido capaz de dar como resultado el crecimiento en todos los casos donde ella ha sido explícitamente probada como política, incluso con el FMI reconociendo que la austeridad por sí sola no puede resolver los problemas económicos en el mundo desarrollado. Hoy día, esto puede verse más claramente en el Reino Unido, donde el crecimiento económico se ha estancado bajo las agresivas políticas de austeridad del actual gobierno. A pesar de que los hechos muestran que la austeridad no está funcionando, como resultado de la manera en que el debate ha sido formulado, todo gobierno que actúe por sí solo contra esta aseveración será aplastado por los mercados y las agencias calificadoras. Por lo tanto, se necesita una acción común para lograr un cambio en la fracasada agenda de austeridad, con políticas proactivas que empujen a los bancos centrales a apoyar una agenda de crecimiento que es el único camino hacia una recuperación sostenible.

Existe cada vez un mayor entendimiento a través del espectro político de que el PIB por sí solo no es una buena manera de medir el estado de la economía. El movimiento progresista debe por lo tanto enfocarse no solamente en el crecimiento, sino en un crecimiento que beneficie a toda la sociedad. Existe el peligro de que la así llamada recuperación económica será sin empleos, con una transformación estructural del sector manufacturero por medio de la cual el aumento en la productividad resulta en niveles más bajos de empleo. En Estados Unidos, por ejemplo, si el actual ritmo de la recuperación continúa, el pleno empleo no se logrará antes del año 2025.

La búsqueda de una reforma coordinada globalmente del sistema regulatorio financiero también sigue siendo vital, en vista de la falta de progreso alcanzado hasta la fecha para la regulación de los paraísos fiscales, de las agencias calificadoras y la asunción de riesgos, la implementación de un impuesto a las transacciones financieras, poner fin al abuso de prácticas anticompetitivas y asegurar la transparencia de permutas de cobertura por impago de deudas.

A la larga, la inversión en el futuro es necesaria para crear una economía más estable y fuerte. Fuentes alternativas de inversiones, como inversiones verdes, son importantes como también lo son las inversiones en proyectos de infraestructura y educación.

Muchos analistas han estado ansiosos por exponer la idea de una compensación en la economía, donde la igualdad y la justicia social son vistas como incompatibles con la eficiencia y el crecimiento. En efecto, la creciente desigualdad refleja una disminución de oportunidades y una falta de movilidad social, distorsiones en la economía que minan la eficiencia, y menos inversión en las áreas de beneficio mutuo mencionadas, tales como infraestructura, educación y tecnología.

Como resultado de políticas que profundizan las desigualdades, las políticas democráticas están en juego, ya que la creciente desigualdad está llevando a la desilusión con el proceso democrático. Ahora vemos campañas para despojar a los trabajadores de sus derechos en particular en Estados Unidos, donde la protección a los trabajadores es menor que en todo otro país desarrollado, transformando esta desilusión en ira donde los derechos de los trabajadores son amenazados y la protección del empleo disminuye.

Avanzando la agenda progresista

Conscientes de que la respuesta conservadora de recortes y austeridad no pueden llevar a mejores condiciones de vida para los que más las necesitan, los participantes discutieron a fondo tanto los requerimientos económicos y políticos para un coordinado plan de acción que asegure que las respuestas socialdemócratas a la crisis sean escuchadas e implementadas.

El actual dominio de conservadores y neoliberales en gobiernos del mundo desarrollado hace de este momento un desafío para que los progresistas puedan avanzar esta agenda para corregir estos desequilibrios. En la Unión Europea, por ejemplo, hay solamente tres primeros ministros socialistas, que hace que las cumbres europeas estén dominadas por aquéllos que desean reducir la inversión y el gasto gubernamental a toda costa, y a una continuación de las políticas pro-cíclicas de antes del 2008. La crisis de la deuda soberana ha puesto al descubierto una crisis de solidaridad en la zona euro, en contradicción con los principios sobre los cuales se fundó la UE.

Una consecuencia particularmente dañina de la crisis ha sido un aumento de la desigualdad con la correspondiente disminución de la movilidad social en muchas economías desarrolladas donde la protección social está menos firmemente establecida. Los países que siguen el modelo nórdico han podido mantener niveles de protección social, con consolidación de presupuestos logrados por medios tales como el impuesto de solidaridad en Finlandia; el desafío para todos los gobiernos debe ser el encontrar respuestas justas a la crisis que no despojen de protección social a los más vulnerables. El argumento sin fundamento de que como resultado de la crisis los gobiernos deberían recortar la protección social, debe ser refutado donde sea que se manifieste.

Definir una nueva narrativa que instale la base para una escala de medidas que lleven a corregir algunos de los desequilibrios y nos ayuden a avanzar hacia una economía que funcione en beneficio de los intereses de los más que de unos pocos. Para evitar un retorno a los excesivos riesgos tomados y a prácticas inmorales que eran innumerables en muchas instituciones financieras, la fe ciega y sin fundamentos en la habilidad del mercado para su autoregulación debe ser erradicada. En los Estados Unidos, la profunda devoción a la ideología de la desregulación dio como resultado un sector financiero descontrolado, con aquéllos a cargo ignorando los riesgos. Más cambios profundos son necesarios, para asegurar en todas partes que las personas que dirigieron estas políticas no sean hoy las encargadas de la recuperación.

La acción coordinada es necesaria ya que aquéllos con interés en mantener el status quo en el sector financiero son una élite con movilidad, capaz de organizarse efectivamente a nivel internacional, usando sus existentes redes naturales a través de las corporaciones. Para tener éxito, la agenda progresista necesita tanto movilizar a los sectores de base como aumentar la cooperación y la acción conjunta entre las fuerzas progresistas de diferentes países y regiones. Una posible reacción contra la globalización y la interdependencia de las economías mundiales que debe evitarse es un movimiento hacia el proteccionismo, el aislamiento y el nacionalismo económico a través del cual los problemas globales que enfrentan todas las economías no pueden ser solucionados. Un objetivo clave de los socialdemócratas debe por lo tanto ser trabajar para encontrar una base común entre la democracia y la globalización.

La Comisión será convocada nuevamente con anterioridad al XXIV Congreso de la IS para seguir promoviendo estas ideas, avanzar estas discusiones y mantener el ímpetu en pos de estas políticas, trabajando con la participación de ministros de finanzas de partidos miembros de la IS tanto en economías desarrolladas como en desarrollo para permitir una cooperación valiosa que asegure una recuperación justa y sostenible de la crisis.

 
 

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