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Consejos

CONSEJO DE OSLO - Solidaridad Global

18-19 de mayo de 1998

DECLARACION SOBRE EL TEMA PRINCIPAL

Original: inglés

La reunión del Consejo de la Internacional Socialista en Oslo está dedicada a un enfoque conjunto de los retos actuales, basado en la solidaridad entre los pueblos y las naciones. La globalización ha abierto nuevas posibilidades y ofrece un gran potencial, pero las fuerzas del mercado y las nuevas tecnologías que las impulsan son ciegas a la injusticia social y la desigualdad económica y sordas a las aspiraciones de la mayoría de la población del mundo que se ha quedado atrás. El cambio global debe por tanto configurarse de tal manera que todos tengan la oportunidad de beneficiarse de él. Esta tarea requiere del esfuerzo conjunto de los individuos, los partidos políticos y los gobiernos de todo el mundo, llevados por la fe en una humanidad común, cooperando dentro del marco de una solidaridad verdaderamente global.

Humanizar el cambio global y asegurar la primacía de los individuos en este mundo nuevo que está surgiendo significa actuar de forma continua y resuelta en tres frentes interdependientes: el político, el humanitario y el económico.

La dimensión política entraña la consolidación de la democracia y la defensa de los derechos humanos. Se han hecho progresos en el campo de la democratización, pero celebrar elecciones libres y regulares es sólo el primer paso en un proceso que debe ser fomentado continuamente, incluso en las democracias establecidas, de manera que los individuos de todos los niveles sociales puedan participar en los debates y decisiones mediante los cuales son gobernados. Para poder sustentar la democracia, los ciudadanos deberán estar facultados para exigir responsabilidades a los gobiernos dentro de un sistema jurídico que funcione correctamente y a través de instituciones y de mecanismos que faciliten una participación popular más directa. Al mismo tiempo, sigue habiendo demasiados países bajo el yugo de gobiernos autoritarios de una u otra índole y las fuerzas democráticas que en ellos luchan por llevar a cabo transiciones pacíficas deben poder contar con un apoyo internacional a toda prueba.

En el año del cincuentenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada por las Naciones Unidas, reafirmamos que los derechos humanos - políticos, civiles, económicos, sociales y culturales - son universales e indivisibles. Las iniciativas basadas en dichos Derechos, especialmente en los de carácter económico, social y cultural, son un elemento integrante de la respuesta del socialismo democrático a la globalización. El respeto de los derechos políticos y las libertades civiles es necesario para garantizar la protección de los demás derechos. Un ejemplo de ello es que el derecho de los trabajadores a organizarse y formar sindicatos es esencial para la defensa de sus derechos económicos. Se debe, por ello, promover los derechos humanos en forma integral e incorporarlos dentro de otras actividades, tales como la cooperación al desarrollo, el mantenimiento de la paz y otras alternativas de resolución de los conflictos.

La dimensión humanitaria supone la provisión de apoyo oportuno y prolongado a las personas víctimas de la opresión y los conflictos y el impulso de iniciativas para la prevención y resolución pacífica de las situaciones violentas. Se necesitan mayores esfuerzos, mecanismos más fuertes y respuestas más rápidas para hacer respetar las Convenciones de Ginebra y otras leyes internacionales de aplicación en caso de conflicto armado. Se deben crear, en el seno de los organismos internacionales, estructuras nuevas y más eficaces para la toma de iniciativas humanitarias y pedir responsabilidades a los causantes de heridas y bajas entre los civiles.

Se debe prestar mayor prioridad y atención a las medidas preventivas con el fin de identificar y tratar situaciones potencialmente inestables antes de que estalle la violencia. Las Naciones Unidas continúan siendo el organismo más importante para la cooperación, la paz y la seguridad, pero las organizaciones regionales han demostrado desempeñar un papel eficaz y deben ser afianzadas. Deben reforzarse la Educación para la paz, las medidas para la creación de confianza, el fomento de las iniciativas de diálogo y el desarme tanto nuclear como convencional.

La dimensión económica incluye la lucha contra la pobreza y la inversión en las personas, el recurso más valioso del mundo. La alta tasa de desempleo, el subempleo y la exclusión social constituyen una severa amenaza a la democracia en todo el mundo y son el resultado de una forma de globalización que antepone el interés económico a la responsabilidad social, siendo por ello, en última instancia, insostenible. Se debe desarrollar un marco político y ético, basado en la inclusión y el cambio económico generador de democracia, destinado a contrarrestar la distancia, cada vez mayor, que separa a los ricos de los pobres, tanto dentro de las naciones como entre los distintos países.

Dicho marco asegurará una mayor inversión en capital humano, especialmente en los ámbitos de la educación, el aprendizaje técnico y la salud, basada en una mayor cooperación entre los países industrializados y los países en vías de desarrollo. Sólo a través de un desarrollo global de partenariado se dará a las personas pobres y a los países pobres la oportunidad de desarrollar por completo su potencial y abrirse camino en un mundo interdependiente.

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El progreso en estos tres frentes requiere de una concertación de los esfuerzos a nivel internacional. La Internacional Socialista cuenta actualmente con 139 partidos y organizaciones miembros procedentes de todos los continentes y tiene comités regionales y temáticos que funcionan activamente. Guiados por los valores de la libertad, la justicia y la igualdad, que nos hemos hemos sostenido permanentemente, y unidos en la solidaridad global, permanecemos entregados a nuestra labor y albergamos la esperanza de que más personas aún se adhieran a nuestro esfuerzo.